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Tonterías selectas

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Viñeta de Ramón

Recortes: muchos y muy mal repartidos, de Joan Herrera, presidente del grupo de ICV-EUiA en el Parlament de Catalunya

El 29-M contra la Internacional Capitalista, de José Luis Álvarez, doctor en Sociología de las Organizaciones por la Universidad de Harvard

La España asimétrica, de Pedro Reques Velasco, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de Cantabria

Todos somos socialistas (Pablo Pardo dixit)

Según Pablo Pardo, “Todos somos socialistas”:

Todos somos socialistas con nosotros mismos y ultraliberales con los demás. O sea: todos pensamos que tenemos derecho a que el Estado nos ayude, pero los otros deben buscarse la vida.

Pablo Pardo conoce a todo el mundo y sabe cómo somos todos.

Pero no parece tener muy claro qué son el socialismo y el liberalismo, que no tienen sentido si se aplican sólo a unos y no a otros. Ser liberal con los demás consiste en no aceptar que me agredan, pero tampoco agredir a otros: así que no tengo derecho a que el Estado los coaccione para ayudarme.

Por cierto: ¿por qué el “ultra” sólo prefija el liberalismo? ¿No puede utilizarse también para el socialismo, o sólo para el socialismo, o no usarse para ninguno? ¿A qué viene esa manía de tachar de “ultras” a los liberales? ¿Puede ser que el socialismo es malo de por sí y del liberalismo sólo son malos los excesos, si es que los hay? ¿O será al revés?

«Quita las manos del Estado de mi Medicare». En el verano de 2010, en un mitin de un representante demócrata, un anciano gritó eso. Gran verdad, de no ser porque el Medicare es un programa de asistencia sanitaria a los ancianos. O sea, que el Estado es el Medicare.

El mensaje era “Hands off my Medicare”. No mencionaba al Estado, aunque se refería a él: el emisor pretendía que el Estado no cambiara el actual sistema; no era un mensaje contra el Estado en general, sino contra una posibilidad de política sanitaria en particular.

No es, desgraciadamente, un caso aislado. Cuando Medicare fue creado, nada menos que Ronald Reagan, entonces actor, explicó que era el principio del comunismo en Estados Unidos. Su mensaje, memorable, acababa con un: «Si este programa, os prometo, es aprobado (…) un día de éstos vamos a pasar los años de nuestro ocaso contando a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos cómo era Estados Unidos cuando era libre».

Reagan, como actor ¿ya hacía declaraciones políticas de ese calado?

Medicare no es un programa liberal: pero ¿dónde está la mención de Reagan al comunismo? ¿Es que las únicas agresiones contra la libertad son las del comunismo?

Reagan debió de empezar a beneficiarse del Medicare alrededor de 1975, y siguió gozando de él hasta que se murió. A mí no me consta que hoy en Estados Unidos la gente se siente a contar a sus hijos lo libres que eran antes de tener Medicare. Pero el 40% de la gente que está en este sistema dice que nunca ha recibido ninguna ayuda del Gobierno.

A él no le consta: y como conoce a todo el mundo, seguro que es como dice.

Reagan se benefició del Medicare: ¿quiere decir que tuvo un beneficio neto, que recibió más de lo que aportó?

Respecto a la gente que dice que nunca ha recibido ninguna ayuda del gobierno: quizás se equivocan, pero ¿no podrían querer decir que han aportado más de lo que reciben?

Esta falacia de que cualquier programa del Estado es un ataque es un triunfo retórico formidable y una forma de vender burras eficacísima. En EEUU nadie, por ejemplo, sabe que los seguros médicos están exentos, desde los años cuarenta, de la legislación antimonopolio. así que las críticas a la reforma sanitaria de Obama por atacar el libre mercado tienen gracia: es un mercado en el que no hay libre mercado.

Si el Estado hace cosas tan maravillosas: ¿por qué tiene que imponerlas por la fuerza? ¿Por qué no permite la libre elección?

Ciertos programas del Estado, es verdad, no son un ataque para algunos: son un ataque contra otros, los que pagan los subsidios de esos algunos.

Nadie en Estados Unidos, repito, nadie, sabe que los seguros médicos están exentos, desde los años cuarenta, de la legislación antimonopolio: ni los propios legisladores, ni las compañías de seguro, ni las fuentes que hayan informado de ello a Pablo Pardo.

Que no haya libre mercado sanitario en Estados Unidos no significa que la reforma de Obama vaya en la buena dirección: en algunos aspectos va aun más contra el libre mercado.

Todos los liberales que piden que el Estado salga de sus vidas nunca se han parado a pensar que el Estado subsidia su casa, porque las hipotecas desgravan impuestos. Todos los que se quejan de la deuda pública española y del despilfarro de la Administración nunca se han parado a pensar que la deuda privada es dos veces la pública (por lo menos) y que hasta 2011 el sector privado no empezó a reducir su endeudamiento.

Como Pablo Pardo conoce a todo el mundo, también conoce a todos los liberales, que somos un subconjunto relativamente pequeño: y sabe lo que hemos pensado y lo que no, lo cual da bastante miedo.

¿Es una desgravación fiscal equivalente a un subsidio? El asunto es bastante más problemático de lo que cree este periodista, que no sabe pararse a pensar que tal vez está diciendo solemnes tonterías acerca de lo que otros se paran o no a pensar.

La respuesta, en esos casos, es «Me lo merezco». Así me contestó un taxista muy liberal de Texas que me dijo que el año que viene se va a jubilar y a cobrar el Medicaid, otro sistema de atención sanitaria a los pobres. Otra opción, igualmente común, es: «Eso es imprescindible». Es lo que me dijo un ex militar en un mitin de Mitt Romney que estaba aterrado ante el avance del Estado con Obama y al cual le dije: «Usted, como militar, ha trabajado en el estado toda la vida».

El taxista, al jubilarse, probablemente recurrirá a Medicare, no a Medicaid.

Qué interesante, Pablo, que le dijeras eso. Pero… ¿y qué? ¿Crees que has zanjado la cuestión con un argumento imbatible? ¿No se puede trabajar para el Estado y criticar que crezca en exceso? Curioso.


		

El altruismo (I)

Artículo en Instituto Juan de Mariana.

Los seres vivos son agentes que operan en la realidad física, emplean recursos escasos, y guían su conducta mediante mecanismos cognitivos que incluyen distinciones y valoraciones acerca de cosas, estados, eventos y acciones (sensibilidad, preferencias, emociones, sentimientos).

Un agente puede hacer cosas exclusivamente para sí mismo (egoísmo), o puede hacerlas por el bien de otros (altruismo): conseguir comida para mí o para otros; protegerme a mí o defender a otros; aprender algo solo para mí o compartir el conocimiento. En un acto altruista un agente proporciona un beneficio a otro asumiendo un coste o un riesgo para sí mismo: un animal entrega alimento a otro (que él ya no puede consumir) o se pone en peligro para defenderlo.

El agente que se ocupa exclusivamente de sí mismo, que dedica todos los recursos disponibles a su propia supervivencia y desarrollo, tiene en principio ventajas evolutivas sobre el agente que asume costes en favor de otros; y los receptores de ayuda ajena tienen ventaja sobre quienes no reciben ninguna ayuda.

El altruismo unilateral e indiscriminado, de un agente que da a todos pero no recibe de nadie, es prácticamente imposible porque los agentes que lo intenten tienden a extinguirse, a eliminarse a sí mismos en la competencia evolutiva por la supervivencia: los parásitos o gorrones, que reciben sin dar, proliferan a costa de los ingenuos sacrificados, que dan sin recibir.

Puede existir el altruismo cuando es selectivo o recíproco: cuando se limita a ciertos beneficiarios de forma discriminatoria y excluyente; o cuando el altruista da pero también recibe. Frecuentemente la selectividad y la reciprocidad aparecen juntas: el agente ayuda a aquellos de quienes a su vez recibe ayuda.

La forma más esencial de altruismo selectivo sucede cuando un agente ayuda a otro agente idéntico o muy semejante: el beneficiario y el benefactor son elementos de la misma clase. Las especies cuyos miembros no sólo se mantienen a sí mismos de forma independiente sino que se ayudan unos a otros pueden ser especialmente exitosas o incluso dominantes. Los componentes de la especie deben alcanzar un compromiso sobre cuántos recursos dedican a su propio mantenimiento y cuántos a ayudar a otros, sopesando beneficios y costes.

Un caso particular especialmente importante de este altruismo selectivo es la reproducción, la generación de nuevos miembros o copias de la especie. Los organismos progenitores dedican algunos recursos (inversión parental) a la producción de las crías: estos recursos pueden ser mínimos, como una célula a partir de la cual el nuevo organismo debe valerse por sí mismo; o mayores, cuando los progenitores cuidan de los vástagos durante algún periodo de crecimiento y desarrollo hasta su madurez. Mediante la selección de parentesco los genes programan cerebros que ayudan a otros organismos con los mismos genes, por lo general sus hijos o parientes cercanos. La relación entre padres e hijos es por lo general asimétrica: la ayuda sólo fluye de padres a hijos.

El altruismo recíproco o cooperación sucede cuando un organismo es beneficiario y benefactor: ayuda a algunos pero también recibe ayuda de otros, asume costes que le compensan porque también recibe algún beneficio mayor y su resultado neto es positivo.

La entrega y la recepción de ayuda pueden ser simultáneas, inmediatas, como en un intercambio presente de bienes o servicios o el reparto de lo obtenido con un esfuerzo común; o pueden ser diferidas en el tiempo. La reciprocidad puede ser directa (entre dos organismos que intercambian sus papeles como benefactor y beneficiario) o indirecta (un organismo ayuda a otro pero recibe ayuda de otro diferente).

En el altruismo diferido el primer benefactor corre el riesgo de que su beneficiario no le devuelva el favor en el futuro, o que le devuelva algo menos valioso. Para evitar a los parásitos y colaborar sólo con los buenos cooperadores es conveniente ser capaz de distinguir y recordar (percepción y memoria) qué otros individuos son honestos y cuáles son tramposos, para concentrarse en cooperar con los buenos y evitar a los aprovechados. Los individuos pueden utilizar señales que comuniquen buena reputación, capacidad y buena voluntad como cooperadores; el lenguaje permite compartir información sobre experiencias pasadas exitosas o fracasadas con diferentes agentes (quién es buen o mal cooperador).

El altruismo indirecto sucede en grupos delimitados de cooperadores que existen porque proporcionan mayor seguridad y capacidad de acción a sus miembros: el beneficiario contribuye algo a alguna causa común (defensa del grupo, ayuda a necesitados) de la cual también se beneficia (inmediatamente o cuando lo necesite). El grupo precisa, para ser eficiente en la competencia con otros grupos, mecanismos de supervisión que vigilen que los elementos no sean una carga neta: el grupo puede seleccionar a sus miembros, filtrando a posibles candidatos para que no se infiltren parásitos o expulsando a los elementos nocivos. La pertenencia al grupo implica obligaciones y derechos de ayuda para todos los miembros: la conducta individual se regula para fomentar la cooperación y evitar la competencia destructiva.